La Liga, y eso es una verdad que año tras año se refuta con las evoluciones ascendentes y descendentes de muchos equipos, es una carrera de fondo en la que hay cimas y simas y en la que la paciencia resulta un arma fundamental para combatir momentos críticos. Y eso ya se ha visto en otras ocasiones en la era Del Nido, por ejemplo cuando el equipo en la 02/03 no salía de posiciones de descenso en los primeros meses de campaña y al final acabó peleando por Europa o sin ir más lejos en la campaña 07/08, en la que el Sevilla se vio golpeado por una serie de circunstancias adversas -fallecimiento súbito de Puerta, marcha de Juande Ramos o plaga innegable de lesiones- el equipo a estas alturas, con 14 jornadas disputadas, tenía seis puntos menos que ahora y estaba a 11 del cuarto clasificado. Como se sabe, el desenlace de aquella temporada fue bastante satisfactorio, porque el equipo acabó lanzado, empató a puntos con el cuarto, perdiendo la plaza de Liga de Campeones por el gol average y quedándose a sólo tres puntos del tercer clasificado.
Es obvio que al balón le queda mucho que rodar en la presente campaña, por lo que toda conclusión que se saque a estas alturas resulta precipitada. Al Sevilla aún le queda un mundo por afrontar y su trayectoria puede ir a más y también a peor, ciertamente, aunque si se tienen en cuenta los antecedentes y su regularidad incontestable en las últimas siete campañas, donde ha sido el único equipo de los mortales en encadenar de forma continuada clasificaciones europeas, hay motivos para ser optimistas, sin duda.
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